Desarrollo del sentido de la identidad de un adolescente en la época postmoderna
- juanpablovillarruel
- 19 jul 2018
- 7 Min. de lectura
Introducción
El título de mi ensayo es debido a realizar un análisis, interpretación a partir de los autores estudiados en mi clase impartida por el Mtro. Arturo Verduzco, tratando de evaluar la posibilidad de desarrollar una identidad creativa en un adolescente en nuestros tiempos postmodernos, esta idea que servirá de estímulo para enlazarlo con mi tesis a presentar al final de mi Maestría en educación para las artes. La cual se trata de una investigación de la creatividad fomentada al implementar tutorías en adolescentes que cursan segundo año de secundaria.
Esta compleja misión que pretendo realizar y llena de obstáculos disfrazados de oasis que pudieran marcar una salida fácil pero superficial a nuestra idea inicial. Tendrá que ser desmenuzada poco a poco, para llegar a buen fin.
El adolescente el cual pasa por un duelo de pasar de ser niño a ser joven suele ser traumática y difícil. Como no recordar nuestra adolescencia y traer a nuestra mente los primeros estados mentales de timidez e inseguridad. Los miedos que me congelaba de pasar un ridículo frente a mis amigos, que en ese momento eran los que me legitimaban frente al mundo.
Es esta etapa buscas una identidad, asimilas valores aprendidos en su primera infancia y desarrollas habilidades que te permitirán convertirte en adulto. Aun cuando no lo haces de manera consciente debido a múltiples cambios neurológicos que se producen en esta etapa.
La adolescencia representa, una transición del desarrollo que implica cambios físicos, cognitivos, emocionales y sociales, y que asume diversas formas en diferentes entornos sociales, culturales y económicos (Larson y Wilson, 2004). Ofrece oportunidades para el crecimiento, no sólo en las dimensiones físicas sino también en competencia cognitiva y social, autonomía, autoestima, e intimidad (Papalia, 2009).

Los datos y experiencias desembocan a entender a un adolescente como un serio problema, este laberinto de ideas se complica más cuando hablamos el otro concepto que tratare de analizar, y enlazar al primero me refiero a identidad. Esa identidad tan deslavada por nuestra realidad de fronteras cortas debido al comercio internacional, la internet, la perdida de autoridad de nuestras Instituciones, etc.
Veremos qué tan posible es desarrollar una identidad a un adolescente en un tiempo donde la identidad está en crisis, en un tiempo que se ve cada día identidades genuinas.
La identidad la entendemos como un lado subjetivo de la cultura considerada bajo el ángulo de la función distintiva, Es decir al hablar de identidad es una serie de características de una comunidad, que la hace diferente a otra.
Las cosas sólo pueden ser distinguidas, definidas, categorizadas y nombradas a partir de rasgos objetivos observables desde el punto de vista del observador externo, que es el de la tercera persona.
El adolescente
Se puede afirmar que la meta más importante de un adolescente tal vez de manera inconsciente es el desarrollo o construcción de la identidad. El mundo le está haciendo ver que dejo de ser solo un niño. Todo adolescente necesita saber quién es, pues necesita sentirse respetado y amado, como todo ser humano, y para ello necesita saber quién es.
El comportamiento de un adolescente muchas veces nos parece absurdo, torpes, obesos de sexo, impredecible, riesgoso, infantil o unos monstruos irracionales con los que no se puede razonar, pero tiene una consecuencia biológica.
Sousa (2014) menciona que “a partir de estudios basados en resonancias magnéticas de post-adolescentes revelan que el lóbulo frontal sigue madurando hasta la primera edad adulta”. Por eso, “la capacidad del lóbulo frontal para controlar los excesos del sistema emocional no se halla plenamente operativa durante la adolescencia”. (Dosenbach, 2010; Goldberg, 2001).
Vemos en nuestro convivio con adolescentes como ellos no miden sus alcances, pueden caer en situaciones de riesgo para su propia vida, pero ellos no son conscientes de esto.
Sin embargo, científicos mediante resonancias magnéticas descubrieron “el sistema de neuronas espejo” (rizzolatti y Sinigaglia, 2007), “ayudando al individuo a decodificar las intenciones y predecir el comportamiento de los demás. Nos permiten recrear la experiencia de los demás y comprender las emociones ajenas, así como empatizar” (Sousa, 2014). Estos estudios muestran la oportunidad de desarrollar habilidades para su provecho del individuo en la edad adulta.
Existe un fuerte deseo de los adolescentes por lograr la aprobación de sus pares y el temor al rechazo social afectan sus decisiones. Los pares populares sirven como modelos para el comportamiento del adolescente. En palabras de autores especializados en identidad mencionan: Toda identidad (individual o colectiva) requiere la sanción del reconocimiento social para que exista social y públicamente (Giménez, 1997).
La cultura en la adolescencia
La cultura son procesos dinámicos y provocan conflictos, es portátil, omnipresente y se naturaliza de a poco. Mientras que la pubertad es un hecho biológico, la adolescencia representa una etapa del hombre insertado en una cultura, siendo este aspecto cultural el que determina gran parte de sus manifestaciones y su propia duración
A través, de la pertenencia social los individuos internalizan en forma idiosincrática e individualizada las representaciones sociales propias de sus grupos de pertenencia o de referencia (Giménez, 1997). El contexto social donde se desenvuelva el adolescente impondrá un cambio de estatus, que incluye la necesidad de independencia y de buscar el porvenir fuera de la familia, unido a la necesidad de autonomía de los jóvenes con relación a sus padres, creando en el adolescente una lucha psíquica y una ambivalencia respecto a la dependencia-independencia.
Progresivamente, el adolescente se va distanciando de sus padres e integrándose en el grupo de amigos, cuya constitución y relaciones van cambiando. comienza a descubrirse el objeto heterosexual. Ya en la adolescencia avanzada se desarrollan relaciones heterosexuales y el grupo va dando paso a una relación en pareja.

De esta suerte, el grupo de amigos es señal de identidad, convirtiéndose durante mucho tiempo en algo más importante que la propia familia. Se trata de un conjunto de características tales como disposiciones, hábitos, tendencias, actitudes o capacidades, a lo que añade lo relativo a la imagen del propio cuerpo (Lipiansky, 1992, p.122).
En la interacción grupal se crean unos elementos culturales compartidos por el grupo, con el que se identifican, cohesionan y que les ayuda a resolver sus problemas. Esta cultura simbólica en todo momento de los adolescentes la constituyen elementos como: la distribución territorial, la percepción del tiempo («eterna juventud»), la relativización de las creencias y valores, el lenguaje (jergas, tatuajes) y los rituales (bebida en común, ir de fiesta), los productos como el deporte, la música, la cultura estudiantil y del ocio y las marcas comerciales.
Desarrollo del sentido de identidad
La adolescente lucha por conseguir la identidad del yo, que definirá la conciencia de quién es uno mismo y hacia dónde va. El sentido de identidad se inicia en la adolescencia y se continuará durante toda la vida. Es decir, una distinguibilidad cualitativa y específica basada en tres series de factores discriminantes: una red de pertenencias sociales (identidad de pertenencia, identidad categorial o identidad del rol) una serie de atributos (identidad caracteriológica) y una narrativa personal (identidad biografica) (Giménez, 1997).
El adolescente sabe que no es un niño, pero no sabe qué será en un futuro, se encuentra en un punto intermedio, en la búsqueda de su identidad. El sentido de identidad tiene dos aspectos: uno referente a la conciencia de sí mismo, en que ocupa un lugar destacado la autoestima, siendo la aceptación del propio cuerpo el eje organizador de esa autoestima. En segundo lugar, el ajuste a las demandas sociales, siendo importante el contexto familiar, el grupo de amigos, y el contexto sociocultural que define las expectativas del individuo y del grupo.
El cuerpo es el primer organizador de la identidad, por ello los cambios corporales conllevan una nueva imagen de sí mismo que otorga al cuerpo una identidad sexual y una identidad de género. La identidad sexual descubre la propia genitalidad y al otro como objeto sexual, y la identidad de género se inviste de un conjunto de rasgos y características socioculturales propias de lo masculino y lo femenino, que se denominan roles de género.
La pérdida de este sentimiento de confianza y de seguridad en sí mismo lleva, según Erikson, a un sentimiento de confusión o de difusión de la identidad, que es la imposibilidad de desarrollar y alcanzar un «sí mismo» cohesionado y autoconsciente.
En la adolescencia cualquier sistema adquiere rápidamente un poder organizador sobre los rasgos de la propia personalidad, confiere identidad, de ahí que el paso al acto se pueda convertir en eje organizador de la personalidad. El paso al acto puede contribuir a asentar un sentimiento de identidad y a aumentar la confianza, pero cuando es repetitivo y se hace en detrimento de las capacidades de elaboración mental del adolescente, se convierte en patológico, obstaculizando el desarrollo de una personalidad adulta.
El adolescente, inseguro de su identidad, que está experimentando cambios físicos y psíquicos y con dificultades de traducir en palabras lo que le pasa, tiene tendencia a pasar al acto y adoptar soluciones exteriorizadas.
Las identificaciones arraigan de forma precoz y firme, devaluándose las figuras parentales e idealizando a las figuras públicas o profesores. La devaluación ayuda psicológicamente al adolescente a frenar la autoridad parental y también le posibilitan alejarse de su familia y dirigirse fuera de ella. Las idealizaciones pueden ayudar al adolescente a dar los primeros pasos apropiados para la construcción de los ideales del yo, ante los que pueda comparar su propio desarrollo.
La adolescencia, que se inicia en el plano biológico, concluye en un nivel psicosocial. En realidad, no se deja totalmente la adolescencia hasta que no se vivencia una autonomía económica y psicológica, una independencia del ambiente parental y el establecimiento de un punto de vista sexual adulto. Al final, el/la adolescente se siente cómodo con su cuerpo, adquiere una identidad sexual y de género, junto con la capacidad de establecer relaciones íntimas y duraderas.
El restablecimiento de los lazos familiares acontece tras la ambivalencia con respecto a la independencia de los padres, restableciéndose las relaciones de amistad con los padres y advirtiendo que pueden aprender de ellos. Los hermanos, a pesar de las rivalidades previas, vuelven a congeniar.
Según (Sciolla, 1983, p.48) La dinámica de la identidad moderna es cada vez más abierta, proclive a la conversión, exasperamente reflexiva, múltiple y diferenciada. Esta perspectiva nos pone en alerta pues el adolescente de nuestro tiempo se enfrentará a un mundo donde Instituciones antes respetadas ya están desprestigiadas, donde su propio hogar (en la mayoría de los casos) está en crisis, poniendo a un adolescente en un serio problema para crear una identidad.
Al estar fragmentados las identidades en nuestro tiempo, estamos ante la oportunidad de crear identidades, nuevas conexiones entre estos fragmentos. A partir de la relación que un docente pudiera ejercer en su alumno, ya sea axiológico, praxiologico y epistemológico será desarrollado un adolescente para bien o para mal.
Debido a que la identidad se va construyendo de a poco, no es natural. Un adolescente está en construcción todo el tiempo en busca de su identidad.
Bibliografía:
• Landa, Karim, 2015, La globalización y su impacto cultural. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/la-globalizacion-y-su-impacto-cultural-ensayo/
· Molla, Miguel, (1989) Erik Erikson y la Teoría de la Identidad del yo, Recuperado de http://www.geocities.ws/ResearchTriangle/Thinktank/4492/noticias/erikson.htm#m0
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